Con la llegada de los años sesenta se promulgó la Ley de Derechos Políticos, Profesionales y Laborales de la Mujer, lo que supuso por un lado la integración de la mujer en el mundo laboral, pero por otro se trató de una herramienta para la sumisión de la mujer al control patronal y masculino. Las mujeres accedieron a los puestos menos cualificados, peor remunerados y con pocas expectativas de ascenso. La confección textil, la piel o el servicio doméstico fueron, en esta provincia, algunas de las alternativas más frecuentes para aquellas jóvenes sin cualificar que necesitaban trabajar para colaborar en la economía familiar. En el interior de aquellos talleres y fábricas textiles y de la piel las mujeres fueron objeto de un doble proceso de exclusión, económica o de clase como trabajadoras, pero también de género por mujeres.
Como respuesta a esta situación, durante la primera mitad de los setenta eclosiona en la ciudad de Albacete un movimiento reivindicativo de cierta envergadura en el sector textil dirigido por mujeres trabajadoras, la mayoría de ellas integradas en las Juventudes Obreras Cristianas (JOC). Muchas mujeres se convirtieron en líderes obreras “a la fuerza” por las duras condiciones a las que eran sometidas en su lugar de trabajo. Las luchas laborales y de género que tuvieron lugar dentro de esas fábricas formaron parte también de esa pléyade de conflictos que, durante el tardofranquismo, contribuyeron al socavamiento de las bases de la dictadura. El cambio político que se produjo en la transición no fue únicamente favorecido por hombres en lucha, las mujeres también fueron partícipes del mismo pese a que la mayoría de sus nombres no se encuentran reflejados en los libros de historia. Con esta ficha queremos rescatar algunos de esos nombres femeninos correspondientes a albaceteñas que lucharon, en tiempos muy complicados, por sus derechos como trabajadoras y como mujeres, aprovechando las entrevistas realizadas por el Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición. Se trata, sin embargo, de una pequeña muestra apenas representativa de tantas mujeres cuyos nombres desconocemos y que con diferentes estrategias e instrumentos trabajaron y pugnaron por la democratización política y social de España durante la dictadura y la transición democrática.
Juani Carrilero fue una de las muchas mujeres que sufrieron las duras condiciones de trabajar en el sector del textil, lo que le hizo tomar conciencia de la necesidad de la lucha obrera. Ella entró a la JOC a través de los cursos de bordado que esta organización desplegaba en la Escuela de Hogar, pues aquellas actividades tan feminizadas no se limitaban únicamente a coser, tenían también el objetivo de “concienciar de la realidad para mejorarla, siempre desde la posición de una conciencia de lucha obrera”. Juani Carrilero fue proyectando esta conciencia obrera en su lugar de trabajo en el sector textil, donde las condiciones laborales en las fábricas eran infrahumanas como relata la propia Carrilero: “los dedos echando sangre y haciéndose vejigas, y no podías parar”. Ella misma se dio cuenta de que se había convertido en una “líder” obrera cuando “mis compañeras empezaron a ver que de verme llorar como una Magdalena por el trato que nos daban, después, en lugar de llorar, empecé a enfrentarme” a las injusticias laborales. Juani Carrilero también experimentó la represión patronal, cuando la despidieron de la empresa en la que trabajaba por sus implicaciones sindicales, otras empresas se negaron a contratarla por encontrarse en una especie de “lista negra” con los nombres de las trabajadoras más combativas.
Emilia Fuster, de orígenes muy humildes, comenzó a trabajar a los 9 años y sólo acudió a la escuela durante tres. Su abuelo había sido secretario provincial de la UGT y había permanecido 12 años en la cárcel, además su familia sufrió persecuciones. En 1979 Emilia Fuster fue la sexta candidata comunista a las elecciones municipales y poco después ingresaría en el PCE a través de CCOO. Emilia Fuster realizó su acción sindical en tareas de coordinación a nivel provincial. A partir de la muerte de Franco en el textil se llevó a cabo un intenso proceso de desarrollo y expansión de las CCOO. Esto se tradujo en una huelga nacional del sector en 1978 en la que el textil albacetense se paralizó de forma casi total, fruto del trabajo que se había venido realizando en los años anteriores. Como afirma la propia Fuster a “los empresarios de Albacete les quedó muy claro en aquella época que sus mujeres, como ellos decían, les iban a plantar cara en los temas laborales”.
Esperanza Molina vivía en el barrio Pedro Lamata de Albacete cuando comenzó a trabajar con catorce años para ayudar económicamente a su familia. Como ella misma destaca, las condiciones de vida de una familia obrera eran “duras” con “muchos hijos, poco trabajo y poco dinero”. A los quince años comenzó a trabajar en la empresa textil Ruilor, que se encontraba localizada en el Paseo de la Circunvalación, enfrente del antiguo restaurante Surco. Llegó a las JOC a partir de sus inquietudes, su reacción contra las situaciones injustas de la fábrica en la que trabajaba, y los problemas existentes en la misma. Esperanza Molina deja claro que fue la explotación laboral a la que eran sometidas ella y sus compañeras la que le hizo tomar conciencia de que hay “que moverse para conseguir cosas”. Molina también destaca que, como mujeres y trabajadores que eran, estaban doblemente sometidas, ella misma afirma en una entrevista “la discriminación a la mujer era total”. Las mujeres trabajaban en los puestos más monótonos y menos cualificados, mientras que los hombres ocupaban los mejores cargos. Para Esperanza Molina, el proceso de toma de conciencia en las JOC también iba unido al conocimiento del pasado más reciente, “entonces empiezas a leer y a estudiar lo que ha pasado, porqué hemos tenido cuarenta años de dictadura, qué pasó antes, la II República…todo en las JOC, en los años que estuve en las JOC empiezas a tener conciencia de todo”.
Encarna Calero entró en contacto con las JOC en 1965 con 13 años al matricularse en una escuela para la clase obrera con el objetivo de sacarse los estudios primarios. Cuando consiguió el graduado escolar comenzó a trabajar en las fábricas textiles, pero no fue hasta 1968 cuando comenzó a desarrollar una militancia más comprometida en las JOC como integrante de un movimiento que mantenía contactos con otros grupos de la zona (Murcia, Valencia etc.). La JOC le permitió adquirir formación al tiempo que desarrollar un compromiso militante que le ayudó a entender la vida. En 1971 se presentó a enlace sindical y salió elegida: “Yo me presento a enlace para representar a mis compañeros […] yo lo que quería era que la gente se fuera uniendo, que la gente fuera protestando, que la gente fuera descubriendo sus problemas y enfrentándose a ellos”. Encarna Calero también era consciente del miedo que imperaba en la sociedad, “teníamos mucho miedo y muy poco pan. Teníamos mucho miedo de perder el trabajo”, un miedo que aún era mayor entre los de mayor edad: “llevar yo un panfleto [a casa] y mi padre ¿pero muchacha que estás trayendo?, ¿no ves que estas trayendo dinamita a esta casa?”. La misma recuerda su indignación cuando a ella se le prohibía fumar en el lugar de trabajo por ser mujer, mientras se le permitía al resto de compañeros varones, “luchábamos por problemas de trabajadores” ya que hombres y mujeres “teníamos los mismos” pero existía cierto elemento “feminista”, de equiparación de las condiciones laborales entre hombres y mujeres.
Adela Luján ingresó en las JOC para aprender simplemente a coser ya que trabajaba en una fábrica de piel. Luján relata en la entrevista como en una inspección de trabajo en su fábrica “el jefe nos metió a todas escondidas en el ropero”, las encerró con llave en una habitación pequeña. Ella planteó este problema y el trato recibido en las reuniones de las JOC, lo que le sirvió de gran ayuda y le hizo comprometerse en mayor medida con el movimiento. Interpusieron recurso ante Magistratura y ganaron el juicio, pero Adela Luján decidió abandonar esa fábrica y comenzar en Ruilor, una empresa del textil. Para Adela Luján el sector del textil se “nutría de mano de obra barata, de jóvenes mujeres sin casarse principalmente” ya que en su fábrica no había derechos ni para las mujeres embarazadas, “cuando una se quedaba embarazada la echaban a la calle directamente”. Quizá fueron esas injusticias las que llevaron a Luján a presentarse a las elecciones sindicales organizadas por el sindicato vertical. Adela Luján conserva un gran recuerdo de la JOC: “La JOC me dio a mí, y yo lo valoro mucho, el sentido ese, la obsesión, que todavía tengo, por saber más”. Además, como ella misma reconoce, se sentía protegida dentro de la misma “teníamos la coartada de que éramos movimientos cristianos, movimientos de la Iglesia, por eso también podíamos un poco estar más seguros […] como una cobertura […] Te sentías como un poco más amparado”.
Manoli García se introdujo en la JOC con 19 años a través de la misma empresa en la que trabajaba Adela Luján, la fábrica Ruilor, una de las fábricas textiles más grandes de Albacete. Al entrar en contacto con las JOC fue adquiriendo conciencia, adoptando una postura más crítica ante las condiciones de trabajo de la fábrica y acercándose al movimiento obrero. Para ello tuvo que vencer la oposición de su familia que estaba en contra de su implicación en estos movimientos. Por el contrario, sus compañeras en la fábrica la animaron a presentarse a enlace sindical. Después de cerrar Ruilor, a principios de los ochenta, estuvo dos años sin encontrar trabajo debido a sus implicaciones sindicales anteriores, únicamente encontró trabajo gracias a la intercesión de CCOO en la fábrica Layje. Su recuerdo de las JOC es de “muchas amistades, mucho compañerismo, mucho hablar […] de conocer a mucha gente […] de aprender cosas […] la poca conciencia que yo pueda tener se la debo a las JOC, eso está claro”.
Victoria Delicado fue una mujer que empezó a tomar conciencia de la realidad de la dictadura a través de la Iglesia. Nacida en Albacete, vivió su infancia en Montalvos y durante la dictadura su familia sufrió la represión franquista de diferentes formas. Entre los once y los catorce años, Delicado estuvo interna en un colegio de monjas, donde entró en contacto con curas con inquietudes sociales que le ayudaron a tomar “conciencia de la pobreza, de la represión y de la falta de libertades”. De este modo fue surgiendo en ella “una conciencia de que hay injusticias sociales” y de que “hay que intentar luchar por una democracia”. De la mano de estos sacerdotes frecuentó un club juvenil, “un espacio de libertad para estar juntos con amigos, un sitio donde nos sentíamos un poco libres”. Victoria Delicado destaca la importancia del sacerdote vasco Juantxo Arrizabalaga, párroco de Pozo Cañada, “nos influyó a toda una generación de gente joven, incluso de mayores, porque era de los curas valientes que llegaba a la Iglesia y hablaba de temas sociales o de temas políticos”. Según Victoria Delicado, un simple recital de música se convertía en una acción de protesta “la música a veces nos servía como forma de expresión de toda una rabia contenida y de unas ganas de libertad que no podías expresar de otra forma”. Su primer contacto con un grupo organizado fue en el año 1975, y con la muerte de Franco comenzó a participar en las manifestaciones y actos de protesta que la conducirían a colaborar en diferentes movimientos sociales (feminismo, pacifismo, vecinal, etc.) y a integrarse en organizaciones diversas (Movimiento Comunista, Colectivo Feminista, Asamblea de Mujeres, Red Feminista de Albacete, CCOO, Izquierda Unida, Ganemos Albacete, etc.)
Llanos Rabadán, nacida en Albacete el 1 de septiembre de 1946, realizó estudios primarios en el Colegio de Dominicas de la Anunciata y terminó después el bachiller superior. En 1964 entró a formar parte de la Juventud Estudiante Católica (JEC) y posteriormente de la JOC y de Cáritas. Para Rabadán la muerte del dictador supuso un gran cambio, “antes de fallecer Franco criticábamos el sistema, culpábamos al sistema, pero no podías hacer nada, al salir de las reuniones tenías que hacerlo callada, lo que sí podíamos hacer era decirle a la gente esto no es tan bueno, para que la gente fuera poniendo en cuestión el sistema”. Ya en 1977 pasó a ser miembro activo de la comunidad cristiana de base El Olivo, fundada por quien fue vicario de la diócesis, Ramón Roldán. De su vinculación a El Olivo emergió un fuerte compromiso vecinal, que desarrolló en el barrio de La Vereda. En mayo de 1979 se afilió al PSOE, antes de las primeras elecciones municipales, colaboró en la campaña del futuro alcalde socialista, Salvador Jiménez, y formó parte de la ejecutiva provincial. En 1982 trabajó en la movilización social organizada por el partido socialista previa a las elecciones, y en 1983 se convirtió en concejala de barrios y participación ciudadana durante la alcaldía del socialista José Jerez Colino de Albacete. Durante su concejalía se abrieron diez centros socioculturales en los barrios. Tras abandonar la concejalía en 1987, Rabadán se implicó en la Federación de Asociaciones de Vecinos.
CMM Castilla-La Mancha Media: Las mujeres del textil. 29 de febrero 2020. Vídeo sobre las trabajadoras del textil durante los años 70 en Albacete, ellas mismas cuentan en primera persona las duras condiciones de trabajo que sufrieron y cómo se organizaron para combatirlas.
Entrevista a Adela Luján realizada por miembros del SEFT el 19 de diciembre de 2005.
Entrevista a Emilia Fuster realizada por miembros del SEFT el 2 de junio de 2005.
Entrevista a Encarna Calero realizada por miembros del SEFT el 13 de junio de 2005.
Entrevista a Esperanza Molina realizada por miembros del SEFT el 29 de diciembre de 2005.
Entrevista a Juani Carrilero realizada por miembros del SEFT en agosto de 2005.
Entrevista a Llanos Rabadán realizada por miembros del SEFT el 17 de febrero de 2011.
Entrevista a Manoli García realizada por miembros del SEFT el 11 de julio de 2005.
Entrevista a Victoria Delicado realizada por miembros del SEFT los días 14 y 29 de mayo de 2007.
MARTÍN GARCÍA, O., El cambio político desde abajo. Protesta y conflictividad social, Albacete (1966-1977), Tesis doctoral, Universidad de Castilla-La Mancha, 2006, pp. 86-106.
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