image_pdfimage_print

CONTENIDO

Durante la guerra civil la Iglesia apoyó el levantamiento militar legitimándolo como “cruzada”, es decir, una guerra de religión. El régimen salido de la contienda fue bendecido por el Vaticano con el Concordato de 1953, uniéndose Estado e Iglesia bajo la ideología del nacional-catolicismo. No tardaron, sin embargo, en aparecer sectores minoritarios incómodos con ese matrimonio dentro de la propia Iglesia: los primeros fueron las bases de comunidades cristianas, que impulsaron movimientos de apostolado seglar como la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC) y la Juventud Obrera Cristiana (JOC), organizaciones ramificadas de Acción Católica (AC), y fueron seguidos después por algunas jerarquías episcopales durante los años setenta. No obstante, la crisis de la Acción Católica y el enfrentamiento protagonizado por esas ramas especializadas con las jerarquías eclesiásticas a mediados de los sesenta marcaron un importante declive en esos movimientos de apostolado obrero. En lugares con bajos niveles de industrialización y urbanización, como Albacete y su provincia, estos movimientos siguieron sin embargo funcionando bien, destacando por sus actividades formativas y facilitando recursos para la acción y la generación de capital social, allí donde las organizaciones de carácter clandestino o para la lucha obrera eran casi inexistentes.

Tanto la JOC como la HOAC empezaron a funcionar durante los años cincuenta en Albacete con el objetivo de que la Iglesia penetrase en el mundo obrero; con el paso del tiempo, la compleja y difícil realidad social provocó que estos movimientos fueran adquiriendo un profundo compromiso social o temporal, que inevitablemente derivó en críticas a la dictadura, a la cúpula eclesiástica y a entablar diálogos con la oposición clandestina. Algunos de los núcleos originarios de estos movimientos seglares fueron los trabajadores de Maestranza Aérea de la base militar de los Llanos y pronto proliferaron redes de solidaridad y contacto en torno a la industria del calzado en Almansa, del textil, del metal, de la construcción o de la banca. Desde la década de los años sesenta empezaron a tener activa presencia en otras ciudades de la provincia como Almansa, Villarrobledo, Hellín y La Roda. Tras el Concilio Vaticano II (1963 y 1965) la JOC exhortaba a la cúpula diocesana llevar a cabo reformas en la Iglesia, puesto que “Iglesia, lo dice Cristo, sobre todo es de los pobres”. A la vez, pulsaba la opinión de los trabajadores a través de encuestas, que solían derivar en informes críticos que servían como acicate para la acción y la reivindicación frente a la autoridad civil o los empresarios. Su consigna formativa fue “ver, juzgar, actuar”, a partir de la cual se enseñaba a los trabajadores a evaluar su situación, entender las causas que la motivaban, y finalmente a actuar para poner remedio guiados por la justicia de sus reclamaciones.

En los locales, como el de Albacete situado en la calle Salamanca, se realizaban cursos y seminarios que introducían temas sobre la situación social y laboral, contando con bibliotecas que nutrían los debates. Algunos de los centros más activos de la capital fueron la Escuela de Hogar y Formación femenina de la JOC o la Escuela Elemental de Trabajo masculina, que se convirtieron en centros de formación, ocio y reunión. En 1973 acudían a la primera más de ciento setenta jóvenes trabajadoras del textil, el calzado o el comercio.

Lejos de los locales se llevaron a cabo excursiones, competiciones deportivas y campamentos, actividades por las cuales muchos jóvenes encontraban vías de ocio alternativas a los estrechos márgenes oficiales. Estas experiencias construyeron poco a poco una ciudadanía que intimaba con prácticas más abierta, renovadoras y democráticas. Las organizaciones del apostolado seglar en el ambiente obrero y vecinal cumplieron una función importante en la reconstrucción de la sociedad civil albacetense

En el aspecto formativo mención especial merecen los cursillos de cristiandad, que paulatinamente fueron dirigiéndose más a los jóvenes, y adquiriendo un mayor contenido social y político. Estos cursillos que, entre otras cosas, acercaban a los cristianos a la realidad de la pobreza visibilizando la que les rodeaba, fueron un importante revulsivo para muchos individuos, y actuaron, a futuro, como cantera de militantes para la oposición democrática de izquierdas, especialmente del PSOE. Fue el caso de algunos miembros del colectivo Sagato, reseñado en otra ficha, o el Rosa Garijo, concejala del Ayuntamiento de Albacete por el PSOE en 1983 y que, desde 1958, presidía la juventud femenina de Acción Católica.

 

Bibliografía

Archivo Histórico Provincial de Albacete, Gobierno Civil, Caja 30554.

LÓPEZ GARCÍA, B. La presencia del Movimiento Obrero Católico español en Europa. La HOAC en los organismos internacionales católicos bajo el Franquismo, 1946-1975. Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia, 2005.

MARTÍN GARCÍA, O. Albacete en transición. El ayuntamiento y el cambio político, 1970-1979. Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 2006, pp. 116-124.

MARTÍN GARCÍA, O. A tientas con la democracia. Movilización, actitudes y cambio en la provincia de Albacete, 1966-1977. Madrid, Catarata, 2008, pp. 105, 106, 107, 194.

 

Palabras clave

Hermandad Obrera de Acción Católica, Juventud Obrera Cristiana, HOAC, JOC, Acción Católica, Iglesia, cursillos de cristiandad, Albacete, Almansa, Villarrobledo, Hellín, La Roda

 

Fotografías

Datos de localización

Calle Salamanca, 5, 02001 Albacete, España

Register

You don't have permission to register