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España celebró sus primeras elecciones municipales libres y democráticas tras la dictadura el 3 de abril de 1979. Habían transcurrido dos años desde las primeras elecciones generales, y hacía cuatro de la muerte del dictador, así que la democracia municipal no discurrió paralela a la democratización de las principales instituciones del país. Hasta 1979 los regidores locales fueron los designados por los procedimientos orgánicos de la dictadura en 1973 y 1976. El motivo del retraso para la democratización de las instituciones locales debe relacionarse con la vía reformista y no rupturista que acabó imponiéndose para encarar la salida de la dictadura. Frente al recuerdo de lo sucedido en 1931, cuando un cambio municipal terminó precipitando uno de régimen, en 1977 la continuidad de los ediles locales de la dictadura se juzgó necesaria para garantizar una transición controlada por el gobierno hasta, al menos, la aprobación de la Constitución. De paso UCD evitaba ceder poder territorial a la oposición y el riesgo de interferencias en el proceso de negociación entre las élites.

Las elecciones generales de 1977 revelaron que la provincia de Albacete apoyaba con su voto el proyecto de Adolfo Suarez y de UCD. Así, un 38.1% de los electores optaron por el partido centrista, mientras que un 33.22% eligió al PSOE, inaugurando un bipartidismo imperfecto que ha durado más de tres décadas. En las generales de 1979, celebradas en marzo de ese año tras la aprobación de la Constitución, UCD apenas mejoró sus resultados alcanzando el 39% del voto válido en la provincia y empatando técnicamente con el PSOE que mejoró hasta el 38,8%.

Llegados a este punto, las elecciones municipales de 1979 ofrecen varias lecturas. La primera de ellas es sin duda la victoria de UCD en la provincia con 60.578 votos (38,33%) y 43 alcaldías conquistadas, quedando el PSOE en segundo lugar con 55.165 papeletas (34.9%) con 31 alcaldías y el PCE tercero (24.377 con un 14,42% de apoyo) con 4 alcaldías. Era la tónica general del país, donde UCD pasó a controlar la mitad de los nuevos alcaldes electos y 40 de las 50 diputaciones provinciales. Sin embargo, en el caso albaceteño esta victoria fue más cuantitativa que cualitativa, pues el reparto del voto y los pactos posteriores con el PCE auparon al PSOE a dirigir los ayuntamientos de las principales ciudades: Albacete, Villarrobledo y Almansa. Con ellas, el partido socialista gobernó al 63% de la población provincial. Su mayor victoria en la provincia fue en Almansa, donde los socialistas recabaron el voto del 70% de quienes se acercaron a las urnas. Si exceptuamos Hellín, UCD se tuvo que conformar con gobernar pueblos relativamente pequeños y zonas rurales.

El voto del PCE se concentró en la Manchuela, logrando las alcaldías de Villamalea (1.082 votos y un 49,82% de la participación), Tarazona de la Mancha (1.073; 33,27%), Madrigueras (1.584; 59,57%) y Villalgordo del Júcar (336; 46,73%), mientras que los Independientes lograron llegar al poder municipal en Jorquera, Montealegre del Castillo, Povedilla, Villatoya, Tobarra y Molinicos. En estas dos últimas poblaciones, pese a que los Independientes no fueron las listas más votadas, pactaron con el PSOE para superar en concejales a UCD y obtener así las alcaldías.

Por último, la fuerza electoral que recibe Coalición Democrática (Alianza Popular) y Fuerza Nueva en la provincia fue residual, no consiguiendo ninguna alcaldía, aunque destacan núcleos urbanos como La Roda, donde Fuerza Nueva se hizo con dos concejales (869 votos y un 14,39% del voto emitido) y quedó por delante del PSOE, que ocupó la última posición con 668 votos (11,39%). En Casas de Ves Fuerza Nueva obtuvo 1 concejal con 112 papeletas (un 13,97%), y arañó otro concejal en Minaya (127 votos; 10,74%), Madrigueras (338 votos; 12,71% del censo) y Abengibre (63 votos; 11,6% de los votos emitidos). Por su parte, CD-AP consiguió tres concejales en Caudete (1.065 votos; 25,19%), dos concejales en Hellín (869; 8,74%) y Tarazona de la Mancha (629; 19,5%), y uno en Villarrobledo (580; 6,37%), Casas Ibáñez (236; 11,26%), Liétor (125; 10,17%), Munera (224; 9,62%) y Barrax (103; 10,66%).

Con todos estos datos, la importancia de la distribución espacial del voto fue importante a la hora de dominar la Diputación Provincial, que acabó en manos del PSOE (10 diputados) tras un pacto con el PCE (2 diputados) y dirimirse la presidencia invocando la normativa que establecía que, en caso de empate (UCD había obtenido 12 diputados), aquella recalaría en el candidato más longevo, que fue el socialista Estanislao Valero de 83 años. Tras las municipales de 1979 los socialistas dominaron el poder institucional provincial con la Diputación y las principales alcaldías, salvo Hellín, circunstancia que permitió al PSOE adquirir experiencia de gestión, formar cuadros y desarrollar un programa propio de actuación, además de asentar las bases de las dinámicas electorales posteriores.

 

Bibliografía

IZQUIERDO COLLADO, J. D. Las elecciones de la Transición en Castilla-La Mancha. Albacete: Instituto de Estudios Albacetenses, 1984, vol. 1, tomo 2: 1979-83, pp. 22-95.

MOLINA GARCÍA, S. La construcción de la democracia. Activismo político de la UCD y del PSOE durante la transición en la provincia de Albacete, 1976-1982. Albacete, Altaban, 2017, p. 251.

 

Palabras clave

Ayuntamientos, elecciones municipales de 1979, provincia de Albacete, Partido Socialista Obrero Español, Unión de Centro Democrático, Partido Comunista de España, Independientes, Fuerza Nueva, Coalición Democrática, Albacete, Almansa, Villarrobledo, Hellín, La Roda, Villamalea, Tarazona de la Mancha, Madrigueras, Villalgordo del Júcar, Tobarra, Munera, Tobarra, Liétor, Casas Ibáñez, Caudete, Abengibre, Minaya, Povedilla, Villatoya, Molinicos

 

Fotografías

Datos de localización

Plaza de la Constitucion, 02640 Almansa, Albacete, España

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