CONTENIDO

La sociedad civil articulada en torno organizaciones de todo tipo, no sólo se implicó en el desmantelamiento político de la dictadura, sino también por la creación de una democracia social en medio de un sistema de relaciones socioeconómicas dominado por la desigualdad y que cristalizaría en la Constitución. En este sentido, entre los movimientos sociales más destacables del periodo transicional en nuestra provincia, destaca, sin lugar a dudas, la movilización de los ciudadanos de Almansa reclamando el derecho a recibir una sanidad pública de calidad y próxima. La ciudad del calzado se convirtió en la punta de lanza de aquella reclamación, pero como veremos no fue la única.

En Hellín, las molestias y desplazamientos originados por una desatención médica puntual a finales de 1978, desencadenó una reivindicación popular de mayor envergadura: era necesaria la instalación de una residencia de la seguridad social y acabar con el “centralismo sanitario”. Y en Almansa, una ciudad con experiencia en el movimiento asambleario vinculado a los problemas del calzado, los trabajadores amenazaron desde 1977 con no abonar más cuotas de la Seguridad Social si el ambulatorio continuaba vacío de facultativos. Disponían de un edificio, pero la Seguridad Social les negaba los recursos para dotarlo convenientemente. Desde allí se reivindicó un “idéntico servicio sanitario que los habitantes de las ciudades, porque, entre otras cosas, cotizamos igual que ellos”.

En 1978 la salud pública ya ocupaba en zonas de La Mancha un lugar importante en la movilización colectiva, que se vertebró en torno a tres presupuestos básicos. La Seguridad Social debía ser un sistema cuyo fin y objetivo último fuese “cubrir las necesidades de todos con igualdad de trato y de eficacia”, tanto si tenían cartilla, como si no, si son ricos o pobres, en festivos o en laborales, en el pueblo o en la ciudad. Derecho a la salud sin discriminación de ningún tipo, “Medicina para todos”, garantizada por un control democrático con participación ciudadana, y la protección de una ley que definiese claramente las obligaciones de facultativos y trabajadores, y amparase al paciente. Y la construcción de un sistema de salud descentralizado, que acercase la sanidad al enfermo, y no al revés, y donde cada comarca dispusiese de servicios básicos de medicina preventiva y de urgencia que evitase desplazamientos, masivos y costosos, a una capital distante y colapsada. El sector más joven de los trabajadores del sistema sanitario actuó como vanguardia de la protesta, reclamando, además un control democrático de los hospitales, con participación de los trabajadores, y al servicio de los ciudadanos.

La implicación de las asociaciones vecinales permitió desarrollar una campaña informativa para el otoño de 1978 que ponía el acento en la concienciación de la salud como derecho fundamental de todo ciudadano y por el que merecía la pena involucrarse. Más de tres mil personas llegaron a concentrarse en Almansa “por una sanidad mejor” el 25 de noviembre de 1978. Las asociaciones de vecinos de Casas Ibáñez se pusieron a trabajar “conscientes de que los problemas sanitarios de la provincia nos afectan a todos y que estos se resolverán en la medida en que nos unamos”. Con ese discurso consiguieron reunir a dos mil personas procedentes de toda la comarca para clamar por una sanidad como servicio único, público y gratuito. El 22 de diciembre de 1978 desfilaba por las calles de Albacete una pancarta con este lema: “La sanidad es un derecho: luchemos por una sanidad pública”.

Bibliografía

GONZÁLEZ MADRID, D., “Ciudadanía y democracia en el mundo rural manchego (1977-1979)”, en Alcores. Revista de Historia Contemporánea, 14 (2012), pp. 117-138.

HERNÁNDEZ PIQUERAS, J. L., Los movimientos sindicales y la lucha social en Almansa. II. De la derrota de la República a la consolidación de la democracia. Albacete, Altabán, 2011.

Palabras clave

Almansa, Hellín, Casas Ibáñez, Albacete, Seguridad Social, sanidad, asociaciones de vecinos, hospital, manifestaciones, Perpetuo Socorro

Fotografías