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Originario de Liétor, donde nació en 1931, pasó en Hellín los años de la guerra, para después ordenarse sacerdote en 1954 tras formarse en los seminarios de Murcia (San José y San Fulgencio). Su primera parroquia fue en El Pozuelo, para después pasar a Pozo Cañada, donde durante los años sesenta entró en contacto con la HOAC y entonces “su espíritu crítico adquiere una mayor profundidad”. Su siguiente etapa la pasó primero en Almansa, en la parroquia de la Asunción, desde donde animó a la Juventud Obrera Cristiana precisamente en un pueblo industrial donde tenía importante presencia ya. Después, pasó a realizar su labor pastoral en pueblos de la sierra, concretamente Letur y Nerpio, donde entró en contacto con la miseria, el subdesarrollo rural, el autoritarismo, el paro y la emigración. Posteriormente se ocupó en Albacete de la Consiliaría Diocesana del Movimiento Rural hasta que marchó a Madrid a ocupar el cargo nacional de dicha organización. Un año más tarde, en 1970, regresó a Albacete para ocupar el cargo de vicario de Pastoral Social sustituyendo a José Delicado Baeza.

El perfil de Roldán, quien estuvo al frente de la vicaría hasta 1977, era el de un eclesiástico activo, aperturista y preocupado por la renovación de la Iglesia, la cual no concebía más que profundamente unida, especialmente, a los marginados y los que sufren, y con un protagonismo creciente y responsable del laicado en su seno. Aunque se distanciaba del marxismo en todo lo relacionado con la trascendencia espiritual del ser humano, no lo estaba tanto en sus postulados sociales. Por todo ello, y desde la vicaría de Pastoral Social, procuró potenciar una Iglesia “en contacto con la realidad” y la “problemática humana, social, económica y política”, y siempre intentando “plasmar sus esquemas religiosos, sociales y humanos en la vida mediante la práctica”. Era un estilo muy en sintonía con los aires eclesiales renovados que llegaban desde Roma y el Concilio Vaticano II, y por tanto próximo a la incompatibilidad con la dictadura en muchos sentidos, y especialmente en el de la denuncia pública de la violencia y la pobreza. Probablemente eso fue lo que acabó incomodando a las jerarquías diocesanas y, en 1977, el obispo Ireneo acabó con la vicaría de Pastoral Social, tal y como venía funcionando, y relegó a Roldán de sus funciones, no sin cierta polémica.

Entre sus actividades más destacadas puede entresacarse la intensa promoción de las comunidades cristianas de base los barrios periféricos de la ciudad. Ahí sobresale su actividad en el barrio de La Vereda, de donde salió el núcleo esencial de la comunidad El Olivo, que nació oficialmente en 1977 aunque venía funcionando desde unos años atrás. El Olivo tuvo una presencia constante en la prensa, donde publicó artículos diversos de apoyo a los marginados y los débiles, ya fueran parados, delincuentes, etc., y reflexionando sobre las injusticias de un sistema insolidario, y la violencia. Promovió también la Escuela de Pastoral Social desde la cual, y una vez al año y con notable éxito, acometían el análisis de la realidad social a la luz de la actualidad durante una semana. Se hicieron célebres por tratar temas como “Marxismo y cristianismo” (1978, en su séptima edición). Y sus pretensiones de acercar la Iglesia a la sociedad hicieron que impulsara la “Asamblea del Pueblo de Dios” con cursillos, seminarios y reuniones que debían servir para potenciar la colaboración y el diálogo entre sacerdotes y laicos, fomentar la participación ciudadana, y abrir la Iglesia a los seglares.

En 1974 impulsó una encuesta desde la vicaría sobre la percepción de la Iglesia en la sociedad. Algunos de los resultados señalaron que el 80% de encuestados prefería que los sacerdotes denunciasen y se implicasen en la denuncia y mitigación de las injusticias de su entorno (un compromiso material no siempre bien visto por las jerarquías). La encuesta también reflejaba que los ciudadanos confiaban más en la labor de los jóvenes curas que en los viejos, debido fundamentalmente a su moral renovadora de compromiso social. La influencia de Roldán, aparece también en una de las más interesantes creaciones en la provincia del Movimiento Rural de Adultos, el Centro de Pastoral Rural Migrante ubicado en Fuensanta.

Tras salir de la vicaría dedicó su vida al fortalecimiento de las relaciones entre la sociedad y la diócesis desde la parroquia del Espíritu Santo en Albacete, donde se esmeró por “construir una Iglesia nueva”, que dejase de ocuparse tan solo de administrar sacramentos para convertirse “en una auténtica plataforma de educación integral de la persona”, al tiempo que continuó impulsando los movimientos cristianos de base hasta su prematura muerte en 1990.

 

Bibliografía

CARRIÓN MUNERA, J. “Experiencia de una presencia de la Iglesia de Albacete en la transición”, en Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición. VII Jornadas. De la cruzada al “desenganche”: la Iglesia española entre el franquismo y la transición.

CUEVAS, A. “Ramón Roldán. A la búsqueda de la comunicación perdida”, en La Verdad, 23 de abril de 1978, pp. 4-5.

GÓMEZ-FLORES, A. Los años sombríos. Albacete durante el franquismo. Albacete, Altabán, 2015, pp. 381-382.

MARTÍN GARCÍA, O. A tientas con la democracia. Movilización, actitudes y cambio en la provincia de Albacete, 1966-1977. Madrid, Catarata, 2008, pp. 100-101.

 

Palabras clave

Ramón Roldán, Vicaría de Pastoral Social, Asamblea del Pueblo de Dios, Iglesia del Espíritu Santo

 

Fotografías

Datos de localización

Plaza Ramón Roldán, 02006 Albacete, España

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