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CONTENIDO

Durante la dictadura franquista la Iglesia española relajó el apoyo monolítico que prestó a la dictadura desde sus inicios, y acabó dividida en dos sectores complejos que, a grandes rasgos podrían denominarse conservadores y progresistas. Estos últimos, y al calor de la modernización de la Iglesia ordenada por el Concilio Vaticano II (1962-1965), aumentaron su actividad amparados por los nuevos aires postconciliares. Las reformas que pretendían eran bidireccionales; por una parte, defendían la autonomía de la Iglesia frente a la obscena tutela del régimen dictatorial; y por otra impulsaron un concepto de Iglesia más participativo, abierto y sobre todo próximo a la ciudadanía y sus problemas.

En la provincia de Albacete, los sacerdotes implicados en estas transformaciones eran los más jóvenes, respaldados, eso sí, por figuras con algún relieve jerárquico como Alberto Iniesta, profesor en el Seminario, o Ramón Roldán, vicario de Pastoral Social. Entre los progresistas, muchos distaron de ser auténticos y convencidos antifranquistas, aunque el régimen los considerara como tales; limitándose la mayoría a denunciar la violencia, y sobre todo las injusticias sociales como la explotación laboral, la pobreza, la marginación y la emigración: denuncias, llamadas proféticas, orientadas hacia la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores. Las críticas realizadas al sistema social provocaron que el régimen, siempre alerta, pasara a la ofensiva.

La primera medida que tomó la dictadura contra tan particulares e inesperados críticos fueron las multas. En verano de 1972 la revista “Militante Apostolado Rural” fue multada con 25.000 pesetas por denunciar la explotación laboral y las injusticias existentes en el mundo campesino y temporero. En esta revista colaboraba el párroco de Villamalea, Eufrasio Campayo, quien tras una homilía fue increpado en la sacristía por el alcalde y sus acólitos, quienes le insultaron descalificándolo como rastrero, mentiroso, canalla y blasfemo por haber defendido los derechos humanos. Florentino Ballesteros, párroco de Alcalá del Júcar, denunció en 1974 las torturas y los malos tratos sufridos por el militante comunista López Ariza cuando protestaba contra el “proceso 1001”. Esta acción le conllevó una multa de 100.000 pesetas, que fue recaudada con ayuda de los feligreses. Un año más tarde, Manuel Yuste, miembro de la iglesia de los Padres Capuchinos de Hellín, se expresó contra la represión estatal, siendo igualmente sancionado y llevado ante la Guardia Civil; y en la iglesia del Espíritu Santo de Albacete fue multado con 75.000 pesetas el titular Narciso Baguñá por “intentar desprestigiar a las Fueras del Orden Público”. Otro caso que tuvo un eco importante fue la sanción de 25.000 pesetas a Ángel Rubio, cura de Nerpio, por referirse a los gastos que ocasionaba realizar el desfile de la victoria.

Otras vías para amedrentar a los sacerdotes fueron los “avisos” a través de cartas y pasquines: en octubre de 1975 el clérigo de Pozo Cañada recibió amenazas de muerte por misiva; meses después en Chinchilla se difundieron panfletos que animaban a la expulsión del cura del pueblo. De similares características fue la intimidación que sufrieron sacerdotes de Hellín y Alcalá del Júcar.

Todas estas acciones, acaecidas en los estertores de la dictadura, revelaron un “anticlericalismo de derechas” que defendió al régimen de aquellos elementos que menoscababan su estructura, ya fuesen seglares o religiosos. En diciembre de 1975, tras la muerte de Franco, las autoridades condonaron las multas impuestas a los clérigos, pero en 1977 la acción represora volvió a actuar, esta vez contra el Centro Diocesano de Pastoral Rural-Migrante de Fuensanta, donde veintiún sacerdotes fueron detenidos por actividades “sindicales”.

 

Bibliografía

Archivo Histórico Provincial de Albacete, Gobierno Civil, caja 30554.

GONZÁLEZ, D. y MARTÍN, O., “Cristianos conscientes en el mundo rural. El movimiento de curas rurales en la Diócesis de Albacete (1965-1977), en M. Ortiz Heras y D. González (coords.), De la cruzada al desenganche: la iglesia española entre el franquismo y la transición. Madrid: Sílex, 2011, pp. 265-290.

MARTÍN GARCÍA, O. Albacete en transición. El ayuntamiento y el cambio político, 1970-1979. Albacete, Instituto de Estudios Albacetenses, 2006, pp. 128-132.

MARTÍN GARCÍA, O. A tientas con la democracia. Movilización, actitudes y cambio en la provincia de Albacete, 1966-1977. Madrid, Catarata, 2008, pp. 285-287.

 

Palabras clave

Iglesia, parroquia, Albacete, Pozo Cañada, Villamalea, Alcalá del Júcar, Chinchilla, Hellín, Nerpio, multas, anticlericalismo, curas, movimiento rural, Baguñá, Fuensanta, Eufrasio Campayo, Florentino Ballesteros, Manuel Yuste, Ángel Rubio

 

Fotografías

Datos de localización

Plaza la Iglesia, 11, 02210 Alcalá del Júcar, Albacete, España

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